En esta pequeña biografía, verás que para ser usado por Dios no hace falta ser apenas un pastor o líder de iglesia:
En el año de 1780, en la ciudad de Gloucester, Inglaterra, un periodista bautista llamado Robert Raikes al ver los niños de su época viviendo en la extrema miseria, sin poder disfrutar de educación básica, aprendiendo en las calles todo tipo de maldad y vicio, provocando desordenes, sucios, y sin ninguna perspectiva de futuro, decidió hacer algo nuevo que transformaría para siempre su país y su idea traería bendición a las iglesias cristianas del mundo todo.
Robert tenía muchos de estos niños trabajando para él en las ventas de periódico. Convivía constantemente con noticias desagradables sobre jóvenes que eran deportados a Oceanía e india, otros eran asesinados, otros consumidos en la drogadicción. Sus padres no se importaban por descuido y por la miseria. Él sabía que tenía que hacer algo por aquellos niños antes que ellos se volviesen los futuros ladrones, homicidas, falsificadores y delincuentes.
En un día tuvo la idea de mostrar a los niños que trabajan para él sobre las ventajas de estudiar algo útil, y se propuso a enseñarles a leer. El Libro en que se fundamentaba para enseñarles era la Biblia, y el día era Domingo, el único día que los niños estaban libres del trabajo.
Desde el primer Domingo, ya había muchos niños, a partir del segundo Domingo, la clase comenzaba a doblar de alumnos. Luego, Robert tuvo que pedir que otros maestros le ayudasen con tantos niños que acudían su escuela. Siete años después su escuela alcanzaba ya los 20 mil alumnos y era recomendada por los obispos de la iglesia oficial del Estado. Los resultados eran patentes y entusiasmo por el trabajo de Robert se esparció por toda Inglaterra a punto de la Reina llamarlo para presentar su proyecto en el Palacio Real. A partir de ahí, su escuela comenzó a recibir contribuciones por parte de muchos hombres ricos. Otras escuelas fueron formadas y eso produjo cambios en toda sociedad.
Aunque en su principio, Raikes recibió muchas críticas y pasó a ser llamado: «maestro de andrajosos», “profesor de mendigos», «bienhechor de los pobres”, etc. eso no desanimó al hombre que es conocido en la historia como el fundador de la Escuela Dominical. Su idea y trabajo arduo, usando métodos sencillos y modestos, trajo bendiciones para las iglesias del mundo todo y para no apenas aquellos pobres niños formados por él, sino a casi todo cristiano en todo el mundo que un día ha aprendido la Palabra de Dios.
H.C.